ESTA ES MI "ADAPTACIÓN" DEL CUENTO DE BAMBI
Una noticia se extiende como la brisa fresca a lo largo y ancho de la jungla de asfalto...
Una pequeña habitación de una vieja casa es testigo del nacimiento de una princesa a la que sus padres pondrán el nombre de Bambi.
Una noticia se extiende como la brisa fresca a lo largo y ancho de la jungla de asfalto...
Una pequeña habitación de una vieja casa es testigo del nacimiento de una princesa a la que sus padres pondrán el nombre de Bambi.
El vecino del quinto, un chiquillo sereno y enjuto con grandes dientes al que todos apodan tambor, (por su característico tic de golpear el suelo rítmicamente con la pierna cuando está nervioso), espera impaciente el alumbramiento que tendrá lugar entre las manos expertas de la mujerona del sexto, que con un rostro ciertamente similar al de una ardilla, ignora los grandes gritos de dolor que la madre – reina exhala cubierto el rostro por grandes perlas de sudor. Bambi da la bienvenida a la vida con un sonoro chillido que llena el rostro de todos los vecinos de la finca con una sonrisa de satisfacción, la princesa al fin ha nacido.
Esos primeros años la vida de Bambi transcurre tranquila, con la compañía de su siempre fiel amigo tambor que es el adalid de las travesuras que la pequeña princesa improvisa en las callejuelas de la ciudad. Sin otra escuela que la calle y sin otra compañía que la miseria y el hambre, pronto Bambi se matricula en el arte de los pequeños robos de comida y se licencia en el arte de sobrevivir cada día con un agujero de penuria en los bolsillos.
Bambi, la princesa de los mendigos como ya es apodada en la comisaría del barrio, por hacerse acompañar de un séquito de pequeños secuaces con apodos de animales, es ya una habitual en el despacho del comisario donde entra y sale con una sonrisa pícara en los labios.
Una noche especialmente cálida en que el sopor acompaña los ojos y los corazones de los habitantes del viejo edificio, el brasero de la abuela del tercero decide dejar de funcionar justo en el mismo instante en que la parca ha terminado de contar los días de la anciana y decide hacer la visita final. El gas pronto se propaga por todo el edificio, meciendo en un sueño fingido el alma de todos los habitantes. Entre el sopor del vino y del gas, el rey padre de Bambi, despierta cuando unas pequeñas lenguas de fuego comienzan a acariciarle los pies. Con un resto de conciencia que logra arrancarle a su estado de embriaguez, lanza unos terribles chillidos de temor que alertan a la pequeña Bambi y a su madre, que abrazadas acompañan en su huida al resto de vecinos del edificio, los cuales, entre lágrimas de miedo y temor, asisten con el corazón encogido como ante sus ojos se quema su pasado y su futuro, por fin conscientes de que aún se puede caer más bajo. Como únicas víctimas los sueños del vecindario…
Bambi estremece sus apenas dieciséis años entre los brazos de un apuesto bombero que ha acudido en su ayuda, Joven, guapo y con el aire redentor de los héroes del alma, busca en los ojos azules de Bambi su propia salvación y como ocurre en todos los cuentos con final feliz, la encuentra
Esos primeros años la vida de Bambi transcurre tranquila, con la compañía de su siempre fiel amigo tambor que es el adalid de las travesuras que la pequeña princesa improvisa en las callejuelas de la ciudad. Sin otra escuela que la calle y sin otra compañía que la miseria y el hambre, pronto Bambi se matricula en el arte de los pequeños robos de comida y se licencia en el arte de sobrevivir cada día con un agujero de penuria en los bolsillos.
Bambi, la princesa de los mendigos como ya es apodada en la comisaría del barrio, por hacerse acompañar de un séquito de pequeños secuaces con apodos de animales, es ya una habitual en el despacho del comisario donde entra y sale con una sonrisa pícara en los labios.
Una noche especialmente cálida en que el sopor acompaña los ojos y los corazones de los habitantes del viejo edificio, el brasero de la abuela del tercero decide dejar de funcionar justo en el mismo instante en que la parca ha terminado de contar los días de la anciana y decide hacer la visita final. El gas pronto se propaga por todo el edificio, meciendo en un sueño fingido el alma de todos los habitantes. Entre el sopor del vino y del gas, el rey padre de Bambi, despierta cuando unas pequeñas lenguas de fuego comienzan a acariciarle los pies. Con un resto de conciencia que logra arrancarle a su estado de embriaguez, lanza unos terribles chillidos de temor que alertan a la pequeña Bambi y a su madre, que abrazadas acompañan en su huida al resto de vecinos del edificio, los cuales, entre lágrimas de miedo y temor, asisten con el corazón encogido como ante sus ojos se quema su pasado y su futuro, por fin conscientes de que aún se puede caer más bajo. Como únicas víctimas los sueños del vecindario…
Bambi estremece sus apenas dieciséis años entre los brazos de un apuesto bombero que ha acudido en su ayuda, Joven, guapo y con el aire redentor de los héroes del alma, busca en los ojos azules de Bambi su propia salvación y como ocurre en todos los cuentos con final feliz, la encuentra
4 comentarios:
Muy bonito regalo...
Ay ese bombero... y es que un cuento sin príncipe azul sería menos cuento.
Gracias chicas, el bombero es el príncipe azul moderno no?
Pues no sé si es moderno o no el bombero, pero a Bambi le ha hecho un apaño estupendo. Me encanta el cuento Ana. Besitos. Pepi.
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