Plantó la semilla con gran disimulo en una pequeña maceta robada. La rellenó con la tierra que rodeaba al árbol más anciano del parque y la regó con las primeras gotas de rocío de la mañana, apenas tres perlas que cayeron silenciosamente tiñendo con un tono oscuro el círculo central. No tuvo que esperar mucho hasta que las primeras hebras verdosas asomaron tímidamente por el borde. El alborozo con el que el pequeño Juan recibió tal hecho, le empujó a extremar los cuidados con más gotas de líquido plateado, tanto que en pocos días lo que era un minúsculo germen se convirtió en una maravilla flor de la que brotaron nueve simientes más. Estaba feliz.
-¿Qué tienes ahí?, le preguntó su madre una mañana
- Es la planta de la alegría, dijo orgulloso
- Cariño, eso no existe, respondió divertida la madre.
-¿No? Contestó extrañado, pues entonces sembraré la de la esperanza
Mi primer relatito publicado en un libro
2 comentarios:
Es muy tierno. ¿Dónde te lo publicaron?
Que dulzura, me encanta. Pepi.
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